Nuevo presidente en Colombia


Por: Juan Fernando Palacio

Profesor de Relaciones Internacionales, UPB Medellín, juanfernandopalacio@gmail.com

El país está de cara ante el peligro y la oportunidad.

Colombia acaba de elegir un nuevo presidente luego de unas elecciones de infarto, en las que las opciones que se podían considerar más seguras para el futuro del país no fueron las que pasaron a la segunda vuelta. La polarización y agresividad de esta campaña le hicieron daño al país y es desde ese fondo de miedo, desconfianza e incertidumbre que el nuevo gobierno tendrá que empezar a construir. La ciudadanía demostró en las urnas que tenía sed de cambio y es ahora Gustavo Petro quien tendrá una oportunidad histórica para materializar ese cambio sin afectar los pilares de democracia, responsabilidad fiscal y monetaria y respeto por la iniciativa privada sobre los cuales Colombia ha progresado genuinamente en las últimas décadas. Los ciudadanos de todas las orientaciones políticas le debemos desear lo mejor a su gobierno.

El presidente electo tendrá que unir a un país alarmado y fracturado y tendrá que resolver todas las dudas que dejaron algunas de sus propuestas de gobierno y también algunas de las prácticas que emergieron durante la campaña. Todo gobernante necesita espacio para gobernar y que se le dé la oportunidad de probar sus capacidades antes de que se le desacredite, y toda institucionalidad requiere de la vigilancia atenta de los medios de comunicación y de la sociedad civil para que los excesos se corrijan y para el que país se mantenga firme en un buen rumbo. No cabe duda de que, en este momento de gran incertidumbre para por lo menos la mitad de la población, el dinamismo y el espíritu crítico que han caracterizado a la sociedad civil colombiana es una de las mayores fortalezas con las que cuenta el país.

Humildad, construcción de consensos e institucionalidad son las tres nociones clave que se deberán cuidar en esta nueva fase histórica en la que entra el país. Esto es imperativo no sólo para el nuevo presidente y su equipo político, sino también para sus opositores. El futuro del país debe ser más importante que los intereses particulares.

En materia de política exterior, el nuevo presidente tiene grandes retos y su éxito no es obvio. La relación bilateral con Estados Unidos debe cuidarse y cultivarse hacia una mayor diversificación de su agenda. Las relaciones con los países latinoamericanos se deben desideologizar para que el interés nacional prime por sobre las preferencias partidistas. La integración regional se debe seguir promoviendo para que América Latina gane centralidad en el mundo y el país junto con ella. Se deben seguir fomentando las relaciones comerciales con nuevos mercados y mantenerse los esfuerzos para atraer inversión, para que Colombia prospere sin darle la espalda a las oportunidades de la globalización. Y el servicio exterior colombiano se debe fortalecer para que contemos con una diplomacia cada vez más robusta y eficaz que ayude a conectar a Colombia con el mundo.

Tanto en esta área pública como en las demás, el nuevo gobierno requiere de la mejor asesoría y de una correcta actitud para apreciarla, así como de prudencia ante las tentaciones de tomar decisiones polémicas sobre las cuales no se pueda construir grandes consensos nacionales.

Como es sabido, la política exterior debe reflejar el interés nacional más allá de las preferencias o necesidades de un partido o un movimiento político. La política exterior de Colombia debe ser más una política de Estado que una política de gobierno.

Que sea esta nueva era política una era de construcción nacional en la dirección correcta.

(Imagen: Diario do Nordeste)

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