Angela Merkel


Por: Juan Fernando Palacio

Profesor de Relaciones Internacionales, UPB Medellín, juanfernandopalacio@gmail.com

Venias a un liderazgo ejemplar. 

En el mundo político, durar más de diez años en el poder suele ser cosa de papas, monarcas y dictadores. Es, pues, una hazaña sobresaliente que Angela Merkel, la saliente canciller alemana, se hubiera mantenido como la jefe de gobierno de su país por 16 años consecutivos, tiempo en el que se convirtió en una inconfundible referencia internacional. Y, con más de 80 millones de habitantes, una democracia dinámica, una economía de punta y una de las sociedades más libres del mundo, es obvio que en Alemania abunda el talento político y administrativo. Se trata, entonces, de un conjunto de cualidades muy especiales las que explican su éxito político y la magnitud de su legado.

La hazaña es todavía más notable si se tiene en cuenta lo improbable que fue su ascenso político. Académica de las ciencias puras, proveniente de Alemania oriental, mujer, divorciada, de inicio tardío de su carrera política, sin aparente carisma, sus primeros cargos en el gobierno federal seguían más la lógica del cumplimiento de las cuotas de representatividad política que el ascenso meteórico de quien se volvería la figura más importante. Cuando se convirtió en la primera canciller mujer de la historia de su país, todavía era vista por muchos con condescendencia por sus orígenes y por su manera de vestir y se le imaginaba como una figura de transición de poca trascendencia y estancia.

En vez de ello, Angela Merkel mantuvo su liderazgo por otras tres elecciones federales y sorteó con éxito cuatro crisis de gran impacto en el continente: la crisis financiera y económica mundial de 2008, la crisis del euro, la inmigración siria y la pandemia del Covid. Subestimada con facilidad por muchos, Merkel ha sido tal vez la política más exitosa y popular de Occidente en los últimos 20 años y sin duda la mujer más poderosa del mundo.

Son numerosas las cualidades políticas de Merkel, pero una que sobresale, en particular, admirada por seguidores y detractores, es su gran habilidad para construir consensos entre grupos e intereses aparentemente disímiles. Habilidad que a su vez se deriva de una gran capacidad de escucha, y no sólo hacia las demás fuerzas políticas en las altas esferas del poder sino también capacidad de escucha a los votantes y a la opinión pública. Esta sintonía suya le dio flexibilidad y pragmatismo, ajustando su curso en momentos cruciales de su gobierno, tomando decisiones que no eran necesariamente populares en su propio partido pero que la ponían a tono con el conjunto de la población.

Además, Merkel es dueña de un lenguaje sencillo – algunos lo han comparado con piezas de lego intercambiables –, que tal vez está lejos de la oratoria elevada que muchos esperan de sus políticos, pero que está mucho más lejos todavía de la demagogia incendiaria que es tan peligrosa en otros lares. Disciplinada pero empática, Merkel ha sido vista, dentro y fuera de Alemania, como un eje de estabilidad en el sistema, una garantía de seguridad y como una figura que inspira confianza. Esto ha fomentado su ‘autoridad silenciosa’ en la arena política nacional y global. A sus distintivas habilidades políticas se le suma su defensa consistente de la democracia y de los derechos humanos.

Pero es fundamental mencionar una cualidad suya que es pieza clave para comprender sus logros políticos: la suma modestia y sencillez de la canciller. Sus visitas comunes al supermercado, en las que ella misma escoge las cebollas y los bananos y luego hace la fila de la caja registradora para pagar la cuenta; sus caminatas en Berlín con su esposo; la practicidad de su manera de vestir, sin dejar de lucir elegante; estos y otros tantos detalles retratan a una mujer gestora pero serena que no se deja embelesar por las pompas del poder. Esa sencillez, ese control de la vanidad – cualidad tan difícil en los roles de poder –, es precisamente la base de su carisma personal y lo que le permitió el ejercicio de su liderazgo político y su capacidad de construir consensos. Sin dejar de ser fuerte y determinada, su estilo encontró un equilibrio en el que la fuerza y la determinación no intimidan, sino que inspiran confianza. Y ha sido así como se ha ganado el respeto de sus pares y como ha elevado la reputación de su país en el mundo.

Y para rematar, Merkel se despide de su vida política dándonos otra lección de grandeza y un ejemplo más de su vocación de estadista. En vez de quererse petrificar en el poder o esperar a que en los años siguientes el natural desgaste de la política le hiciera mella a su carrera, fue ella misma la que decidió cuándo dar un paso al costado, dando la oportunidad en su país a que surgieran nuevos liderazgos. Ese gesto del sereno retiro, del saber dar el paso a los demás, es acaso el activo intangible más grande que se puede encontrar en los líderes políticos de las democracias que funcionan.

Antes, pues, de apurarnos por analizar en detalle lo bueno y lo malo y los pros y contras de su gobierno o el futuro de Alemania y de Europa, es necesario celebrar una vida política virtuosa, de la que podemos aprender muchas lecciones.

(Imagen: Noticia al día) 

Comentarios

  1. Excelente el análisis de Merkel, quien se convierte en un referente para las mujeres en el ascenso en los cargos de incidencia política a nivel nacional e internacional. Durante los 20 años en el gobierno Alemán logró mostrar un tipo de política donde con sus actitudes y acciones logró mantener la estabilidad en su país, ganándose la confianza de todos los sectores por la manera como logró combinar la firmeza y la determinación sin dejar de cumplir con su rol desde una política sencilla, flexible y pragmática que sorprendió y sirvió de ejemplo para Europa y muchos países en el mundo. Es admirable la forma como Merkel se retira del poder pensando en que ya había llegado su hora y daba paso a otros nuevos lideres para seguir aportando al sistema de su país.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

El golpe en Myanmar

Trump ganó. ¿Qué sigue?

¿Trump 2.0?