Un nuevo ciclo en la política mundial
Por: Juan Fernando Palacio
Profesor de Relaciones Internacionales, UPB Medellín, juanfernandopalacio@gmail.com
Hay razones para iniciar el 2021 con
optimismo.
En noviembre
pasado aparentemente había sucedido algo singular en Colombia. Lo que algunos
se habrían apresurado a calificar de folklórico era, no obstante, a todas
luces, extraordinario. Las redes sociales viralizaron una nota de Noticias
Caracol informando que, un par de días después de que se conociera el resultado
de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, habían bautizado en
Barranquilla a un recién nacido con el nombre de Baiden Antonio. La noticia
mostraba la foto del bebé Baiden Antonio, grande y saludable y todavía
adormilado en las instalaciones del hospital.
Sonrisa y
ternura. Se trataba una vez más de una de esas curiosidades propias de esta
tierra en la que tenemos una gran fascinación por los nombres anglosajones y en
la que no es extraño que a niños y niñas les pongan nombres de personajes
famosos. El hecho por poco me pasa desapercibido de no ser porque me encontraba
con mi mamá al momento de recibir la noticia. Más aguda que yo, ella detectó al
instante el ángulo exacto para interpretarla adecuadamente. Dijo: “A nadie lo
pusieron Trump”.
La sentencia
era exacta. En casi cinco años de exposición mediática casi diaria que tuvo el magnate
Donald Trump desde que comenzó su candidatura presidencial, a ninguna familia
en Colombia se le ocurrió su nombre para llamar a un hijo suyo. Qué mejor dato
que ese para entender la incapacidad que demostró el gobierno de los Estados
Unidos en los últimos cuatro años para inspirar a colombianos, latinoamericanos
y ciudadanos de todo el mundo. Hasta los más férreos críticos de ese país no
niegan la inspiración que han generado sus instituciones democráticas y muchos
de sus líderes políticos.
Pero esa
inspiración se vino abajo en el último periodo. De acuerdo con una encuesta de Pew
Research del verano pasado a ciudadanos de varios países, Donald Trump
inspiraba más desconfianza que Xi Jinping, que Vladimir Putin y que cualquier
otro líder de los países más influyentes. Cifras tomadas en una fecha en la que
todavía no habíamos sido testigos de sus desesperados intentos de manipular los
resultados electorales de noviembre ni de su actuación en las protestas del pasado
6 de enero, que tienen la trama de un golpe de estado. Así las cosas, la
transición de poder que vimos en Estados Unidos el pasado 20 de enero es uno de
los cambios de tono más radicales de los que hayan acontecido en las últimas
décadas en la política mundial.
Para
sorpresa de muchos, la noticia del bebé barranquillero Baiden Antonio resultó
ser falsa; fue una divertida fabricación de una página de memes. Pero lo más
interesante de la historia es que la noticia era tan verosímil que miles la
creímos al instante y que la prensa seria se tuvo que poner en la tarea de
verificarla y hasta le dedicó reportajes completos a su esclarecimiento.
Nuestra sabiduría popular no descarta que vengan uno o más bautizos así en los
próximos meses, Baidens y Kámalas colombianos, como sucedió en su momento luego
de la posesión de Barack Obama y de otros tantos del pasado. Al fin y al cabo,
apenas comienzan los por lo menos cuatro años de exposición mediática que
tendrán.
La portada
de The Economist celebró la inauguración presidencial con una imagen del
presidente de trapera en mano y tapabocas ad portas de iniciar la tarea de
limpieza de las paredes inmundas de la Casa Blanca. La portada de Time dibujó al
presidente en una caótica Oficina Oval en la que la misma tarea de orden tiene
que empezar. Ambas resumen muy bien el espíritu de este momento: alivio, y
trabajo pendiente. El improbable dúo del eterno candidato demócrata septuagenario
y de la primera mujer vicepresidente, negra, hija de inmigrantes de primera
generación, comienza su mandato.
Nosotros, los
estudiantes de la política internacional, podemos alegrarnos también porque en
estos próximos cuatro años podremos concentrarnos en analizar las políticas de
un gobierno – nuestra tarea cotidiana –, en vez de las maneras y el carácter de
su presidente.
(Imagen: CNN)
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