Cómo leer el triunfo de Joe Biden

Por: Juan Fernando Palacio
Profesor de Relaciones Internacionales, UPB Medellín, juanfernandopalacio@gmail.com

Con distribución de vacunas y renovación política, el 2020 termina con luces de esperanza.

El lunes, 14 de diciembre, el Colegio Electoral de los Estados Unidos, en un formalismo tan antiguo como su constitución, oficializó la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales del pasado 3 de noviembre.

El triunfo de Biden acaba de ser reconocido también por Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana del Senado, un gran paso hacia la normalización política de este país, pero todo indica que seguirá siendo rechazado por el saliente Donald Trump hasta el día de la inauguración presidencial y después de ella, alegando un fraude masivo para el que nunca se presentaron pruebas.

El resultado de esta elección fue, no obstante, agridulce para el partido ganador. De un lado, es cierto que Biden superó a Trump por más de 7 millones de votos, una diferencia de más del 4%, a todas luces significativa. En cuanto a los votos del Colegio Electoral, que son los únicos que cuentan en el sistema estadounidense, los 306 que obtuvo Biden representan una diferencia todavía mayor, de más del 13% frente a su contendor.

Pero cuando se analiza cómo fue el desenlace de Michigan, Pensilvania, Wisconsin, Arizona y Georgia, los estados que habiendo votado por Trump hace cuatro años esta vez se decidieron por los demócratas, es decir, los estados que definieron esta elección, los resultados fueron menos alentadores. El margen de victoria en Michigan y en Pensilvania fue apenas de 2.78 y 1.16% respectivamente, mientras que en los demás fue de menos del 1%. En Georgia, que le dio cuantiosos 16 votos electorales esta vez a los demócratas, el margen de victoria fue sólo del 0.24%. Es decir, más allá del masivo apoyo popular que recibió Biden, unos pocos miles de votos menos a su favor en estos estados clave lo habrían cambiado todo. Vista en esta perspectiva, su victoria fue muy apretada, bastante diferente de la victoria amplia que todas las encuestadoras aseguraban que tendría y que se volvieron a equivocar otra vez.

Más allá de estas minucias que demuestran una vez más los peligros que este sistema electoral representa para la legitimidad democrática de la elección presidencial, los cálculos de la desgracia son mucho más sencillos: que más de 70 millones de personas, equivalentes a casi el 47% los votantes, hayan decidido darle su voto a Donald Trump, luego de haber visto los estándares de su gobierno por cuatro largos años, es una muestra contundente del grado de polarización en el que se encuentra el país y del impacto pavoroso que el fenómeno de las noticias falsas está teniendo en la vida política en todo el mundo. Tremendo panorama el que tenemos al frente.

A pesar de todos estos bemoles, no obstante, es imposible subrayar lo suficiente la trascendencia del incontestable triunfo de Biden al cierre de un año dramático que fue testigo de impeachment, de protestas sociales masivas y de una pandemia que todavía hace estragos.

La despedida de Trump de la Casa Blanca constituye una renovación política colosal tanto para la política estadounidense como para el sistema internacional. Biden es naturalmente un candidato imperfecto y su gobierno tendrá muchos retos y dificultades, pero de su presidencia se puede esperar una mínima fidelidad a la verdad, estándares más altos de empatía y de decencia, y un estilo de gestión más coherente y planificado, que hará de la Casa Blanca una institución más estable en la política doméstica y de los Estados Unidos un aliado más predecible y más confiable en la arena internacional.

Trump ya dejó de intentar gobernar y está concentrado en su litigio electoral. El equipo Biden ya está virtualmente gobernando desde hace un mes. Cuando comience oficialmente su periodo luego de la inauguración del 20 de enero, lo que le espera en el frente doméstico es un país polarizado y herido en el que un tercio de la población está erróneamente convencida de que en la elección hubo fraude. El presidente va a necesitar de mucha destreza para superar ese escenario y ayudar al país a sanar.

(Imagen: Los Angeles Times)

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El golpe en Myanmar

Trump ganó. ¿Qué sigue?

¿Trump 2.0?