¿Quién se quedará al timón del comercio mundial?

Por: Juan Fernando Palacio
Profesor de Relaciones Internacionales, UPB Medellín, juanfernandopalacio@gmail.com
La de Estados Unidos no es la única
elección importante de este fin de año.
Menos
taquillera que esa, la elección del próximo Director General de la Organización
Mundial del Comercio es de gran trascendencia para la estabilidad del sistema
internacional, en un momento en que las presiones comerciales han alcanzado
niveles inusitados. Los cálculos de la viabilidad de los actuales candidatos
dicen mucho sobre los estados de incertidumbre en los que nos encontramos.
LA
ORGANIZACIÓN
La Organización
Mundial del Comercio (OMC) es una de las instituciones más importantes del
sistema de mercado globalizado en el que vivimos y su función central es
regular el comercio internacional entre sus miembros. Este sistema multilateral
de comercio nació en 1947 con la firma del Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), una entidad a la que pertenecían
23 países y que fue creciendo paulatinamente en miembros y funciones. En 1995,
con la conclusión de las negociaciones de la llamada Ronda de Uruguay, el GATT
se transformó en la OMC, a la que hoy pertenecen 164 miembros que representan
el 98% del comercio mundial. Hablando en plata blanca, las negociaciones en
torno a la OMC han logrado disminuir barreras arancelarias en el mundo y han
creado reglas comerciales más predecibles para todos los actores, facilitando el
crecimiento económico de los países a través de sus exportaciones. Es un hecho
que los 25 años desde que la OMC fue creada han coincidido con la más rápida
disminución de la pobreza en toda la historia de la humanidad.
La OMC es
una organización internacional muy especial; es compleja y suele ser
incomprendida por los públicos externos. La organización tiene tres funciones
básicas: administrar el acervo de acuerdos existentes, dirimir las disputas
comerciales entre sus miembros y negociar nuevos acuerdos que impulsen el
comercio y el desarrollo. Ubicada en Ginebra, Suiza, su presupuesto y personal
son singularmente pequeños en comparación a otras organizaciones
internacionales y buena parte de su trabajo es liderado directamente por los
países miembros, cuyos embajadores en Ginebra ejercen las presidencias pro
tempore de casi todos sus órganos. Si bien en sus tratados constitutivos los
mecanismos democráticos para la toma de decisiones existen, en la práctica las
votaciones son anatema y todas las decisiones se toman por consenso. En ese
contexto, la figura del Director General tiene muy poco poder comparado con directores de otras organizaciones internacionales. Sin embargo, es éste el que lidera las
negociaciones de comercio y el que les imprime su tono. Una elección inadecuada
de Director General suele significar un pobre funcionamiento del brazo
negociador de la organización y una pérdida de credibilidad en la misma.
EL DIRECTOR
GENERAL
Son muy
pocos en el mundo los candidatos viables para el cargo de Director General. Se
requiere de una difícil mezcla entre excelentes competencias diplomáticas,
bagaje político de alto nivel y conocimiento técnico muy detallado del
contenido de las negociaciones comerciales. En la época del GATT, los
directores generales solían haber sido los embajadores ante el GATT más
reconocidos y a los que sus pares en Ginebra consideraban más confiables. Durante
el GATT fueron en total cuatro y en el periodo 1947-1995 completaron con éxito
ocho rondas de negociación. Desde 1995 en adelante, en cambio, en los que la
institución ya convertida en OMC ganó más visibilidad, los directores generales
y candidatos a serlo solían ser ministros o exministros de comercio o hasta ex primeros
ministros. Sin embargo, ajenos a las dinámicas diplomáticas de Ginebra, los
cuatro directores generales del periodo 1995-2013 no lograron concluir una sola
ronda de negociación.
La excepción
la constituyó el último Director General, quien fuera el candidato sorpresa de
la elección de 2013. Roberto Azêvedo, en ese entonces embajador de Brasil ante
la OMC, fue el único candidato que no tenía rango ministerial pero que, como en
las épocas del viejo GATT, conocía por experiencia propia los desafíos de las
negociaciones en Ginebra. De tono sereno, de estilo inclusivo, y hábil, su
candidatura ganó y pasados siete años su legado ha sido positivo para la
organización. En 2013 con su liderazgo se firmó el Acuerdo de Facilitación de
Comercio, el primer acuerdo comercial firmado por la OMC desde su fundación. Su
enfoque de cosecha temprana ha permitido que todas las conferencias ministeriales
bianuales que ha presidido, Bali (2013), Nairobi (2015) y Buenos Aires (2017),
hayan tenido resultados concretos en el brazo negociador. Y sus preparaciones
para la conferencia ministerial en Nur-Sultan, Kazakstán, la última de su mandato,
eran las más ambiciosas de todo su periodo. Sin embargo, el aplazamiento por un
año de esta conferencia a raíz de la pandemia del coronavirus lo hizo preferir
dejar su cargo con un año de anticipación. Su cálculo fue que si la elección
del nuevo Director General el año entrante coincidía con la conferencia
ministerial, difícilmente ésta iba a ser productiva en términos de negociaciones
comerciales, mientras que si se adelantaba la elección para este año, un nuevo
Director-General podría inyectar su energía fresca a las negociaciones y estar
listo para liderar acuerdos ambiciosos el año próximo.
LA ELECCIÓN
DE 2020
¿Quién
sucederá a Roberto Azêvedo? Sólo puede ser candidato oficial al cargo un
ciudadano que haya sino nominado por el gobierno de uno de los países miembros. En total fueron presentados ocho candidatos con hojas de vida de
lujo: un mexicano, una nigeriana, un egipcio, un moldavo, una surcoreana, una keniata,
un saudí y un británico.
Tratándose
de la OMC, la elección de Director General es lenta, compleja e indirecta. Los miembros
buscan evitar las votaciones directas y la revelación pública de sus
preferencias con el fin de facilitar los procesos de construcción de consensos
dentro de la organización. Luego de la campaña oficial y de la presentación
pública de los candidatos en diversos eventos, el proceso de elección es
entonces secreto, y está a cargo de ‘la troika’, los tres embajadores que
tienen la presidencia pro tempore de los tres órganos más importantes de la
OMC: el Consejo General, el Órgano de Solución de Diferencias y el Órgano de
Examen de las Políticas Comerciales, que suelen ser los embajadores de mayor
reputación y respeto de esta comunidad diplomática. La troika se encarga de
determinar cuál es el candidato con más posibilidades de construir consenso
entre los miembros. A través de reuniones privadas con cada embajador, se
escuchan las preferencias múltiples de estos. Así, la troika anuncia cinco de
los ocho candidatos que pasan a la siguiente ronda, en la cual luego quedan
dos, para que al final los miembros elijan entre estos dos al candidato
vencedor. Como hecho interesante, luego de cada ronda la troika anuncia los o
el candidato “con más posibilidades de construir consenso”, anuncio después del
cual los candidatos no mencionados se retiran voluntariamente de la elección.
Así se mantiene la realidad-ficción de que ningún candidato fue rechazado
públicamente y que el elegido fue el producto del consenso total de los
miembros.
De los ocho
actuales, hay candidatos que tienen muy baja viabilidad. El moldavo Tudor
Ulianovschi, exdiplomático ante la OMC y excanciller, es una estrella política
en ascenso en su país, pero por su corta edad muchos miembros lo considerarán
poco sazonado para un cargo de esa estatura, sin contar que su país tiene muy
poca influencia internacional para catapultarlo. El saudí Mohammad Maziad
Al-Tuwaijri, exministro y banquero, no tiene suficiente experticia en comercio
internacional ni representa a un país de suficiente peso y tradición en la organización.
La surcoreana Yoo Myung-Hee, exministra de comercio, no tiene las competencias
comunicativas que le den suficiente alcance en la OMC, además de representar un
país que ya ocupó el máximo honor internacional por haber sido surcoreano el
último Secretario General de la ONU, y esas sobre-representaciones nacionales
cuentan en la arena multilateral. Además, en la creciente rivalidad entre Corea
del Sur y Japón, este último se podría esforzar por impedir que un coreano
dirija la OMC. La nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, laureada exministra y experta
en banca multilateral, no tiene suficiente experiencia en comercio
internacional a pesar de que el origen africano jugaría a su favor. Por último,
el mexicano Jesús Seade Kuri, un negociador de comercio internacional de primer
nivel y cabeza de las negociaciones del T-MEC con Estados Unidos y Canadá, a
pesar de tener el encanto de representar un país en vías de desarrollo en una
membresía compuesta mayoritariamente por este tipo de países, tiene la gran
desventaja de representar a América Latina, la región del Director General
saliente, en una organización donde las rotaciones continentales y regionales
importan.
Los
candidatos más viables, en cambio, provienen de África y esto porque África es
el único continente que nunca ha tenido un Director General en la organización.
El egipcio Abdel-Hamid Mamdouh, sin ser exministro, es una carta muy fuerte
gracias a su experticia directa con negociaciones comerciales desde la Ronda de
Uruguay y a haber sido por muchos años un funcionario de alto nivel de la
secretaría de la OMC. Sin embargo, la candidata más fuerte y más obvia para
convertirse en la próxima Directora General es la keniata Amina Mohamed. Además
de ser africana y de que sería la primera mujer Directora General, Mohamed fue
embajadora de Kenia ante la OMC y en ese rol ocupó consecutivamente la
presidencia pro tempore anual de los tres órganos más importantes de la organización,
los de la ‘troika’ mencionados arriba, un honor que sólo logran los
diplomáticos más competentes y prestigiosos, con conocimientos de comercio
realmente profundos. Además, Mohamed fue ministra de relaciones exteriores y
comercio internacional de su país por más de cinco años, convirtiéndose en una
figura clave en los logros de la Conferencia Ministerial de la OMC en Nairobi
en 2015. Amina Mohamed sería en este año la persona que está hecha para ese
cargo. Al menos así serían las cosas, si el mundo no estuviera patas arriba
como ahora.
LA GRAN INCÓGNITA
Si el
candidato sorpresa en 2013 era Azêvedo, el candidato sorpresa de la elección de
2020 es el británico Liam Fox. Parlamentario experimentado del Partido
Conservador, ex Secretario de Defensa, y ex Secretario de Comercio
Internacional en el periodo 2016-2019, cargo en el que se codeó con todos sus
homólogos del G20 y que le dio acceso a conversaciones directas con Donald
Trump y Xi Jinping, a Liam Fox no le falta experiencia política ni conocimiento
técnico sobre comercio internacional. Su falta de experiencia diplomática en
Ginebra la compensa con un estilo retórico cauto pero seguro y ejecutivo, y
exhibe los logros y fracasos de sus años largos de batallar político como las “cicatrices”
que tiene que cargar un nuevo Director General si quiere estar a la altura de
las circunstancias.
Lo natural
es que un candidato británico quede inmediatamente descartado de unas
elecciones como esta al punto de que sería mejor para Reino Unido ni siquiera
pasar la vergüenza de nombrarlo. En primer lugar, este país ya tuvo el honor de
haber tenido a un ciudadano suyo como Director General del GATT. Eric Wyndham
White lideró por 20 años la organización mucho antes de que se creara la regla
de periodos de 4 años renovables. Con tantos países haciendo fila para contar
con ese honor, lo normal es que un país que ya lo tuvo ni siquiera se presente
a la elección en aras a la representatividad de toda la membresía. Igual de
problemático es el hecho de que Fox represente a un país desarrollado en una
época en la que los países en vías de desarrollo se han vuelto cada vez más
activos en reclamar espacios de visibilidad y representación en las
organizaciones multilaterales. Fox es de hecho el único candidato de un país
desarrollado tradicional en la elección actual. Con países en desarrollo como
la mayoría de la membresía y con la rivalidad entre China y Reino Unido a flor
de piel por el tema Hong Kong, la candidatura de Fox parece disparatada. Y más
todavía si se tiene en cuenta que los países de la Unión Europea, aliados
naturales de Reino Unido en esta elección en otras circunstancias, no querrían
darle premios simbólicos a ese país luego del Brexit.
Así las
cosas, ¿por qué no simplemente catalogar a Liam Fox de candidato inviable con
el resto del primer lote? La razón no evidente es Donald Trump, sus
posibilidades de reelección, y la forma como la guerra comercial que inició
desde que llegó al poder ha cambiado el orden de prioridades del sistema
multilateral de comercio.
El panorama
del comercio internacional, y el mandato mismo de Azêvedo en la OMC desde 2013,
se partió en un antes y un después con la llegada de Donald Trump al poder en
2017. Con hostilidad feroz hacia la liberalización comercial y con la cuestionable
narrativa de que todos los países del mundo se están aprovechando de los
Estados Unidos, Trump canceló negociaciones estratégicas como la Trans-Pacific
Partnership, ha promovido guerras comerciales con China, la Unión Europea y
otros socios comerciales y ha menospreciado la importancia la OMC en la
promoción de los intereses de los Estados Unidos y en la consecución de paz y
prosperidad en el orden mundial, amenazando en varias ocasiones con retirar al
país de la organización. De hecho, en “Rage”, el último libro de Bob Woodward
sobre Trump que se publicó esta semana, Woodward asegura que Trump le hizo la
misma amenaza de retirarse directamente al Director General Azêvedo en reunión
privada, a menos de que la OMC pusiera a Estados Unidos en la categoría de país
en desarrollo, para, según éste, comerciar en igualdad de condiciones con China
o India. Las tácticas de presión que Trump usa con países e instituciones aliados
suelen ser así de extremas, según ilustra el libro con este y otros casos.
Pero más
allá de estas amenazas todavía sin desenlace, Trump le está dando un duro golpe
a la OMC a través del bloqueo que este país ha estado haciendo al nombramiento de
los miembros del Órgano de Apelación de la OMC. El Órgano de Apelación es el
equivalente a la ‘Corte Suprema’ de la organización, que opera como última
instancia en las disputas comerciales entre los miembros radicadas en el Órgano
de Solución de Diferencias. Así, la era Trump no sólo ha agregado tensión a las negociaciones comerciales en las salas y los corredores de la OMC, sino que,
además, este bloqueo del Órgano de Apelación está produciendo una disfunción del
brazo judicial de la organización que podría llevar a todo el sistema al colapso.
Quién, desde
la OMC, podría encarar adecuadamente ese reto por cuatro años más, dada la
posibilidad de que Trump fuera reelegido en noviembre. Esa es la pregunta que se
están haciendo muchos miembros a los que les preocupa la continuidad y el
futuro de la organización y de todo lo que depende de ella. Y esa es la razón
por la que la aparentemente absurda candidatura de Liam Fox no es descartable.
El brasilero Azêvedo era presa fácil de la narrativa de Trump de que los demás países
del mundo y las instituciones multilaterales se están aprovechando de los
Estados Unidos. Ceder y aceptar en casos así no parece una opción para Trump.
Considerando entonces que siete de los ocho candidatos a Director General
provienen de países en desarrollo, todos alimentarían fácilmente esa narrativa.
Incluso el mexicano Seade Kuri, que tiene la ventaja indudable de haber
concluido negociaciones con el gobierno de Trump en el T-MEC, cae dentro de la
misma esfera.
Todos caen
en ella, menos Liam Fox. Si la cabeza visible de la OMC es un británico (el
principal aliado de EEUU a los ojos de Trump), un miembro del Partido Conservador
(con afinidades políticas con la base de Trump), un hombre (ya sabemos de la
hostilidad de Trump hacia las mujeres en el ámbito profesional) y un hombre blanco
(ya sabemos de su racismo), Trump tendría menos razones para rechazar
posiciones más amistosas hacia la OMC, pues lejos de verlas como la
claudicación de Estados Unidos contra el ‘globalismo’, las interpretaría como
la reconquista anglosajona del poder global.
Así las
cosas, como lo que está en juego es la supervivencia misma de la organización,
muchos miembros, así no les guste del todo, preferirían el pragmatismo. Hasta
China y la Unión Europea podrían poner en pausa sus prevenciones y pensar en
Fox como la carta segura que mantenga la OMC a flote si Trump se quedara en el
poder cuatro años más.
Es muy difícil hacer predicciones ante una
baraja de candidatos de tan alto nivel y con tantos factores a considerar. Además, lo que suceda en esta elección dependerá de los pronósticos que en Ginebra y en las capitales se hagan de la
elección presidencial en Estados Unidos en noviembre. El nivel de aversión al
riesgo de los miembros de la organización está por verse.
(Imagen: Euronews)
Es muy cierto que está será una elección muy importante, y también considero que ambas elecciones, tanto las presidenciales en Estados Unidos y la de Director General de la Organización estarán conectadas, pues quien sea electo como uno de los presidentes más poderosos del mundo, seguro ejercerá una presión sobre la organización que posiblemente modelará su dirección.
ResponderBorrarPor el lado de los 8 candidatos iniciales, el pasado 18 de Septiembre, después de la mencionada “troika”, el número de candidatos fue reducido a 5, dejando al representante Mexicano, al representante Moldavo y al representante Egipcio por fuera de la contienda y se espera que entre el 24 de Septiembre y el 6 de Octubre, se tome la decisión para reducir el número de candidatos de 5 a tan solo 2.
Teniendo esto último en cuenta, y las características de cada uno de los candidatos expuestas en este Blog, mi predicción es que los últimos dos candidatos serán Reino Unido con el Dr. Liam Fox y Kenia, con la Dra. Amina C. Mohamed.
Una de las mayores criticas que recibió el Dr. Liam Fox, fue su postura conservadora y el apoyo recibido por Trump podría ser índice de machismo y racismo. Es por esto que su “campaña” se ha comprometido a que al menos la mitad del equipo directivo de la Organización durante su periodo en la cabeza de la OMC estará compuesto por mujeres. Si bien no es un candidato con una amplia experiencia en Ginebra, y que representa al Reino Unido que se encuentra batallando con su decisión del Brexit y que además significa una indisposición para China por las diferencias con su país por Hong Kong, su afinidad con Estados Unidos especialmente, significaría su ventaja.
Por el lado de la Keniata, en el papel es la más ideal para el puesto. Representando un país africano, en desarrollo y siendo posible que sea la primera mujer en el timón del comercio mundial, le da una ventaja adicional al hecho de haber presidido los 3 órganos mas importantes de la Organización, así mismo, presidió la conferencia Ministral del 2014.
Desde mi punto de vista, especialmente en mi punto de vista como Colombiano, la persona más idónea para el cargo de Director General de la OMC, sería la Keniata Amina C. Mohamed, por su experiencia, capacidad de negociación y visión en pro del desarrollo. Si bien Estados Unidos es el mayor aliado comercial de Colombia, creo que sería pertinente estar en búsqueda de más aliados, en una organización mundial del comercio donde su Directora General amplifique las funciones tales como administrar el acervo de los acuerdos ya existentes, la resolución de disputas comerciales y por último, pero definitivamente no menos importante, la negociación de nuevos acuerdos, que por ultimas serían ampliamente beneficiarios para el país, un país en vía de desarrollo.
David Parra