Precio por la cabeza de Maduro en la cuarentena mundial
Por: Juan Fernando Palacio
Profesor de Relaciones Internacionales, UPB Medellín, juanfernandopalacio@gmail.com
Los cálculos geopolíticos no siempre se van de vacaciones en épocas de pandemia.
Profesor de Relaciones Internacionales, UPB Medellín, juanfernandopalacio@gmail.com
Los cálculos geopolíticos no siempre se van de vacaciones en épocas de pandemia.
El pasado 26 de marzo el gobierno de Donald Trump oficializó
una recompensa de 15 millones de dólares por el dictador de Venezuela Nicolás
Maduro por cargos de narcotráfico y apoyo al terrorismo.
Los cargos incluyen al presidente de la Asamblea Nacional Constituyente,
Diosdado Cabello, al Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, entre otras
altas figuras del régimen.
No es todos los días que vemos las fotos de los principales
gobernantes de un país impresas en un cartel de SE BUSCA como en las épocas de
los forajidos del viejo oeste. Y verlo justo en un momento en el que las mentes
de todo el mundo están concentradas en cómo contener una pandemia global es
todavía más extraño.
Desde el punto de vista de las prioridades actuales del
gobierno estadounidense, estas acciones pueden entenderse como una nueva
irresponsabilidad de la Casa Blanca, que debería estar más preocupada por cómo
atender la pandemia del coronavirus, tarea en la que ha incurrido en equivocaciones
y retrasos fatales. En efecto, este anuncio sobre Venezuela constituye un desvío
del discurso en los medios de comunicación de la centralidad de coordinar a
toda la sociedad para combatir el virus; por tanto, un desvío muy costoso para
el país.
Detrás de esto hay un análisis de prioridades del propio
Trump, que calcula mal que el desvío mediático de la pandemia le conviene
electoralmente, cuando más le convendría liderar la batalla contra el COVID-19
con mayor determinación, pero que sabe que sus decisiones fuertes hacia
Venezuela también le dan algunos réditos electorales, sobre todo si llegan a
surtir efecto antes de noviembre.
Sin embargo, tales desvíos o estilo ‘multi-tasking’ suele ser muy común en la política estadounidense,
debido a las dimensiones de poder e intereses y multiplicidad de actores
internos de ese país. Los expertos sobre política exterior estadounidense
suelen decir que ésta es “aditiva”, y el caso actual con Venezuela es un
excelente ejemplo de ello.
Ahora bien, desde el punto de vista de la puja política que
Estados Unidos, Colombia y otras democracias del mundo tienen con Venezuela, la
decisión es una jugada muy inteligente, aunque tiene algunos tintes inelegantes
de oportunismo.
Esta nueva recompensa por las cabezas del régimen ejerce una
presión singular para que el grueso de los militares le den la espalda a Maduro
y lo entreguen a la justicia, justo en un momento en el que la ineptitud del
régimen le puede costar caro a Venezuela, que podría sufrir como pocos países
en el mundo el drama de la pandemia, debido a la grave crisis sanitaria y
hospitalaria en la que ya desde hace un tiempo el régimen tiene sumido al país.
Es justo en esta coyuntura que la necesidad de un cambio de
liderazgo va a ser más evidente que nunca para la sociedad venezolana, y para
los propios militares que son el último sostén del régimen.
Que esta nueva movida tenga efecto o no está por verse, pero
es una jugada de presión bien encaminada, realizada en medio de una coyuntura
crítica.
La paradoja cómica es que el presidente que la ordenó está
siendo víctima de un proceso perecido en su propia casa. El público
estadounidense se está volviendo cada vez más impaciente con la incompetencia e
indiferencia inauditas con la que su presidente sigue abordando la pandemia. El
país va mal, y esta vez sí puede llegarle un costo político al presidente.
Trump quiere que el coronavirus le cueste el poder a Maduro,
pero puede ser también que el coronavirus le cueste el poder a Trump en las
elecciones de noviembre.
(Texto publicado en el boletín ESCEAN-UPB, abril 2020. Imagen: Bitcoin News)
Que buen articulo.
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